Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.
Santiago 4:7, 8
Un día Marta le dijo a Wilda: “Sabes, yo no puedo entender por qué el Señor no nos hizo a todos en un ambiente sin pecado. ¿Por qué son las cosas tan complicadas?”.
A esto su amiga respondió: “Pero si Dios antes de crear al mundo como lo conocemos había creado a los ángeles en un lugar celestial, donde no existía el mal. Al igual que nosotros tenían la facultad del libre albedrío. Los ángeles tampoco eran robots. Todo era maravilloso.” Prosiguió Wilda diciendo: “Hasta que Lucifer, el ángel de mayor poder, se rebeló en contra de su Creador, y fue echado del cielo con todos sus seguidores, como el tercio de todos los ángeles” (Ezequiel 28:14–16; Apocalipsis 12:4).
“Interesante lo que me estás diciendo”, dijo Marta. Ahora dime: “¿Por qué en el Antiguo Testamento vemos a Dios como un Ser sin amor al mandar a Israel a matar a pueblos enteros?”.
“Primero que nada”, dijo Wilda, “el Señor ha sido siempre un Dios lleno de amor y misericordia, pero el hombre era y es de corazón rebelde inclinado a hacer el mal y no el bien. Si tú pones atención a lo que dicen las Escrituras acerca de los pueblos destruidos por Dios, te darás cuenta que eran idólatras, sodomitas, dados a la hechicería, a los sacrificios humanos, servidores de demonios, de mentes corruptas que se gozaban haciendo el mal” (Deuteronomio 7:1–4; 20:16–18; 29:17; Génesis 18:20; 19:24).
Wilda prosiguió diciendo: “Nosotros tendemos a ver las cosas desde un punto de vista finito y no infinito como el Señor. Dios solamente nos pide que le creamos y nos sometamos a Su voluntad recibiendo a Jesucristo en nuestros corazones al arrepentirnos de nuestros pecados” (1 Juan 1:9; Juan 1:12; Romanos 10:9; 1 Corintios 15:3, 4; Apocalipsis 3:19, 20).
“Pero, ¿qué me dices de todos los niñitos y bebés que fueron asesinados por los israelitas en los tiempos del Antiguo Testamento?”, preguntó Marta.
“Amiga, es el Señor el que decide cuántos años vivirá una persona en la tierra; además, no te olvides que TODOS los niños que aún no saben la diferencia entre el bien y el mal, pertenecen a Dios” (Lucas 18:16; Deuteronomio 1:39).
Luego, Wilma le dijo a Marta: “Si tú le enseñas a tus hijos a robar sabiendo que es pecado, y ellos son sorprendidos y encarcelados, ¿es culpa de Dios que ellos estén pagando por su falta? Obviamente, ¡no! La culpa es tuya y de tus hijos por no obedecer los mandatos de Dios. De igual manera cuando Dios creó al ser humano, Él les enseñó lo que debían y no debían hacer. Pero el hombre siempre escogió hacer el mal. ¿Es culpable Dios de que el hombre siempre escoja hacer el mal? La respuesta la puedes dar tú misma, amiga, porque es obvia, ¡no!”
Marta, meditando lo dicho, dijo: “Entonces si el ser humano siempre va a escoger lo malo, ¿cómo puede acercarse a Dios?".
Wilda le respondió: “Sobre todo, sometiéndose a la voluntad del Señor”. —Amory Dixon