Posiblemente se haya dado cuenta que muchas mujeres jóvenes llevan menos ropa en público, y más provocativa sexualmente, que hace una generación, y hasta en los últimos diez años.

Es más fácil darse cuenta, sin embargo, que explicar. Pero explicarlo es crucial para entender lo que ha pasado a los hombres y mujeres en los últimos cuarenta años y hacia donde las relaciones masculinas-femeninas están encaminadas. Las mujeres desnudando sus cuerpos en público es un asunto serio. Jugar con el apetito sexual, la fuerza más poderosa en la naturaleza, es con mucho más peligroso que jugar con fuego. Aun cuando uno da la bienvenida a este nuevo rumbo y que conste, como varón me excita, mientras como hombre me repugna, la situación necesita una explicación.Ofreceré por lo menos cinco razones que pueden ser menos obvias pero más importantes que las que se dan normalmente y que son válidas: la presión de los de su edad, las mujeres compran lo que las tiendas venden y la revolución sexual.La primera es “igualdad”.Por igualdad, no me refiero a la creencia de que hombres y mujeres son seres humanos iguales, una creencia que toda persona decente cree. Más bien, quiero decir la definición de igualdad feminista y políticamente correcta: identidad. Hombres y mujeres han llegado a verse como idénticos, no simplemente como iguales.Gracias a las doctrinas feministas que dominan la educación desde el primer curso hasta terminar el postgrado, hombres y mujeres cada vez más creen que los sexos son prácticamente idénticos. Consecuentemente, las situaciones en que las mujeres pueden sentir y demostrar sus cualidades distintivas como mujer se han estrechado considerablemente.Por desnudar más de sus cuerpos, las mujeres pueden anunciar que son mujeres. Hay otras maneras en que las mujeres jóvenes pueden demostrar públicamente su identidad obvia como mujer: por ejemplo, por llevar ropa de mujer y otros comportamientos femeninos, ser esposa, estar embarazada y ser madre.Pero aquellas costumbres cada vez más se ignoran, aplazan y desprestigian. Entre los igualitarios, ser esposa no es un papel distinto a aquel de marido, y la maternidad ya no se ve como muy personalmente femenina. Los maridos y padres han de tener papeles idénticos como las esposas y madres, y de parte del movimiento para la igualdad homosexual, las madres se han declarado innecesarias; dos padres varones, sostiene ahora la mayoría de la gente con estudios, son en todo sentido tan buenos para un niño como una madre y un padre.
Así, para la mujer joven para quien el matrimonio, el embarazo y la maternidad son remotos o hasta indeseables dados la educación antitradicional que ha recibido, su vehículo principal para proclamar que es mujer es literalmente desnudarse.Una segunda, relacionada, razón es la muerte de la feminidad.En el pasado, expresando el hecho de ser mujer se hacía a través de expresar feminidad. Además de los papeles femeninos de esposa y madre, había muchas maneras para hacerlo. Una era, por supuesto, el vestir. Pero en nombre de la igualdad y confort, el vestir femenino característico, como vestidos y faldas, prácticamente se ha abandonado. Una mujer joven que llevara un vestido o aun una falda y blusa a una clase de la universidad, cuando menos al instituto, probablemente sería considerada más rara de parte de sus compañeros de clase que una que llevara un top transparente.Hoy, en vez de llevar las mujeres ropa femenina, llevan o ropa que es esencialmente masculina (como pantalones o faldas pantalón) o ropa sexualmente provocativa que revela mucho. Atuendos femeninos, o sea, ropa que es muy femenina pero no reveladora, es poco común.La feminidad también se expresaba por la reticencia sexual. De nuevo, tal noción es de risa en gran parte de la sociedad contemporánea. La idea de que un hombre hiciera grandes esfuerzos para que le permitiera tener contacto sexual con una mujer hacía que las mujeres resultaran femeninas en los ojos de los hombres. Son diferentes que nosotros, son femeninas. Mujeres que se comportan sexualmente tan dispuestas como un hombre, a través de su comportamiento o su vestir, no se perciben como femeninas, más bien se perciben como parecidas al varón.De igual forma, las mil maneras en que los hombres trataban a las mujeres como mujeres, como abrirles la puerta, todas declaraban que las mujeres eran femeninas, o sea, distintas que las personas masculinas. Es por eso que muchos feministas se oponían a que los hombres les abrieran las puertas a las mujeres, porque reafirmaba nociones de feminidad, un valor que el feminismo ha tratado de extinguir.Entonces, la feminidad en buena medida es un concepto muerto. Pregunte a cualquier mujer joven, u hombre, lo que significa, y recibirás una mirada de perplejidad o una reacción hostil.Por eso, muchas mujeres ahora están diciendo: “Soy mujer. Y lo declararé en una de las pocas maneras que me quedan, te enseñaré mi cuerpo femenino”.

 

Por qué las mujeres jóvenes llevan cada vez menos ropa:Segunda parte

de Dennis Prager

En la primera parte, ofrecí dos razones por la exhibición creciente de los cuerpos de las mujeres jóvenes. Una era la pérdida del papel femenino e identidad, llevando a muchas mujeres jóvenes a anunciar que son mujeres de la única manera que les queda, la de exhibir su cuerpo. La otra era la casi extinción del concepto de feminidad, incluyendo la desaparición del vestir femenino.

El fin de los modelos basados en el sexo, probablemente la mayor meta del feminismo, ha traído alguna bendición, pero también ha perjudicado muchísimas vidas. Modelos (roles, papeles), para usar la palabra más venerada del feminismo, confieren poderes a ambos sexos.A pesar del desdén que los feministas sienten hacia el papel de madre o esposa, esos papeles han otorgado tanto poder como significado y satisfacción sobre la vasta mayoría de mujeres a lo largo de la historia. Al fin y al cabo, encabezar un hogar y estar casada con un buen hombre dan mucha más satisfacción a la mayoría de las mujeres que ser cátedra universitaria o trabajar en el mundo empresarial. Como un artículo reciente de primera página en el magazín del New York Times notaba, las licenciadas de las universidades Ivy League (grupo de ocho universidades prestigiosas de EEUU) cada vez más están dejando el mundo empresarial para criar a familias. Tener el mismo poder como los hombres no satisfacía a estas mujeres.Ahora, la tercera razón. Sin ningún modelo femenino a que aspirar, muchas mujeres jóvenes se sienten impotentes. La única forma de dominio que les queda es la sexual. Cuanto más una mujer joven acepta las nociones feministas de igualdad (o sea, los sexos son esencialmente iguales y no hay tal cosa como el rol femenino), lo más probable es que hará alarde de su poder sexual. Es el único poder que le queda. Esto ayuda a explicar por qué las mujeres estudiantes en Harvard (universidad del grupo Ivy League), entre las mujeres que más destacan en el país, acaban de lanzar una revista en la que aparecen mujeres de Harvard posando desnudas.La cuarta razón puede sorprender: leyes de acoso sexual.Las mujeres se sienten más libres que nunca para vestir provocativamente en parte porque los hombres no pueden decir nada en cuanto a ello. Las leyes omnipresentes de acoso sexual y los seminarios de “levantar conciencia” en negocios y colegios han asustado a los hombres para que no hagan comentarios sexuales a una mujer.Como resultado, el freno normal de que una mujer se exhiba ha desaparecido. Una mujer puede enseñar sus senos o cruzarse las piernas vestida de minifalda al lado de un hombre, pero a él se le prohíbe decir hasta: “Tienes buenas piernas”. De hecho, puede ser despedido o demandado por no decir nada o por meramente “mirar”.Una de las razones de que las mujeres se vestían modestamente en el pasado era el temor de las reacciones verbales de los hombres. Ahora no. Hay vastos frenos sobre su sexualidad, ninguno sobre la de ella.Deberíamos o retirar todas las leyes de acoso sexual (con la excepción de aquellas que prohíben amenazas, (“Acuéstate conmigo o te despido”) o aplicarlas por igual a las mujeres. Si los hombres crean un ambiente de trabajo sexualmente cargado cuando hablan de sexo, las mujeres hacen igual cuando exhiben el sexo. “Entorno hostil de trabajo”, un programa de enriquecimiento de abogados creado por la ira feminista hacia los hombres, debería o retirarse como concepto legal o aplicarse equitativamente al vestir femenino.La quinta razón es la más obvia: un deseo de atraer a hombres.Toda mujer sabe que la manera más rápida para atraer a un hombre es que él se fije en ella. Entonces, tiene sentido suponer que cuanto más de su cuerpo exhibe, cuanto más serán atraídos los hombres a ella. El problema con este enfoque es que a menos que sólo quiere sexo esa noche, los atuendos provocativos normalmente no le convienen. ¿Por qué?Esto lleva a la sexta y última razón: la ingenuidad femenina. Es dudoso que las mujeres hayan sido tan ingenuas en cuanto a los hombres como grandes números de mujeres educadas contemporáneas. Creo que mi abuela que nunca asistió al colegio comprendía mejor a los hombres que la mujer media con título universitario hoy.Entonces, como un servicio a cualquier mujer que se siente confundida por la diferencia entre “coqueto” y provocativo en cuanto al vestir femenino, esto puede ayudar. Lo que a menudo tú llamas coqueto o atractivo, los hombres lo ven sólo como una insinuación sexual. Si quieres vestirte para el sexo, debes sentirte libre para hacerlo. Pero si quieres amor y atención, tienes que saber la diferencia entre vestirte para sexo o vestirte para ser coqueta y atractiva. Cuanta más piel ven los hombres, más piensan en el sexo, no en amor. Y eso incluye a los hombres jóvenes de tu edad, tus profesores varones, tu clérigo, tu cartero y el viejo que vive en la casa de al lado.Traducción de Daniel Flower

 

©2003 Creators Syndicate, Inc.

NOTA: El autor, Dennis Prager, es judío. Se puede encontrar más información sobre él en www.dennisprager.com y otros artículos escritos por él en www.townhall.com.

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